Tuve nueve hijos yo sola, sin ayuda alguna
Esta entrevista fue hecha en ocasión de atender como enfermera y puntualmente en alguna ocasión, a la señora Adoración en su domicilio del pueblo de Torrent. Fue publicada el mes de Febrero del año 2007 en el “Butlleti núm. 10 de “El Llentiscle de Torrent”.
La señora Adoración Mesa González nació en Alcudia de Guadix -Granada- el día 12 de Septiembre del año 1909, se casó a los 15 años con Cristóbal con el que tuvo un hijo, pero poco después su marido murió de un trágico accidente. Después que pasara un tiempo la señora Adoración volvió a enamorarse, esta vez de Francisco Ruiz que recuerda con satisfacción la frase amorosa que le dijo su pretendiente: Te llevaste mi corazón y yo el tuyo. Y después de esto se fueron felizmente a vivir juntos a Alcudia en un barrio troglodita encantador y emblemático por sus rocas horadadas y allí tuvieron a sus hijos.
No hemos hablado de su historia de vida en general, solamente del hecho de haber alumbrado satisfactoriamente a nueve hijos ella sola en su domicilio. Actualmente vive acompañada de su hija Ascensión y demás familia en Torrent, pequeño pueblo del “Baix Empordà” -Girona -. Tiene una vida tranquila i a sus 98 años goza de una salud envidiable, destacando en ella su lúcida memoria de los diversos hechos de su vida.
Señora Adoración, ¿me podría explicar cómo tuvo a sus hijos sin asistencia y si había visto algún parto antes?
No yo no había visto parto alguno, lo hice por instinto.
Mostrándome el dedo medio de la mano, dice, mira:
Atas el hilo por aquí y luego por aquí y cortas en medio. Cuando me sentía con regomellos, con dolores de espalda y vientre me preparaba unos trozos de Sedalina de un ovillo que ya tenía y los colgaba en una tachuela de la pared, junto a ellos también unas tijeras, pues esto lo había de necesitar.
¿Y mientras tanto?
Cuando ya veía que el niño iba a nacer me apoyaba derecha a los pies de la cama, a la vez me cogía con las manos la ropa de la cintura y apretaba fuerte, mira de esta manera.
La señora Adoración me lo demuestra y al tiempo le pido para hacerle una fotografía.
En el suelo, previamente, había puesto la almohada de la cunita para protegerle en el momento de salir, porque si se cayese no se hiciera daño.
¿Y después?
Después lo envolvía con una toalla y esperaba a mi marido que viniese del campo y avisara a su hermana para que se acercara a lavarlo y vestirlo.
¿No había nadie por aquellos alrededores que se dedicara a los partos?
Si había, eran unas mujeres aprendizas de ellas mismas, pero yo no requerí ayuda alguna.[1]
¿Todos vivieron?
No, perdí a tres de ellos, solo me viven seis Cristóbal, Torcuata, Francisco, Maria, Teresa y la Ascensión con la vivo. Uno de los niños se murió porque estando de cinco meses levante dos arrobas de cal y aquello me perjudico. Los amamanté durante dos años y además crié a cuatro de ajenos, pero a media leche, les daba una panza a la mañana y la otra a la noche.
¿Y usted bien?
Sí, yo bien, solo que tuve postemas, se me abrieron los pezones, me supuraban y me dolían mucho.
Y ahora a sus 98 años, la veo estupendamente. Señora Adoración muchas gracias, un beso.
De nada, ya lo sabes.
Notas
[1] El hecho de a luz en decúbito supino, o sea estirada en un lecho, cama o camilla de partera, se le atribuye a esta practica a un médico francés del siglo XVII que lo hizo con el fin de manipular mejor los trabajos del parto. La postura que adoptó la señora Adoración para dar a luz a sus hijos , favorecía el efecto de la gravedad y a la vez podía hacer fuerza con las manos puestas estas en la cintura. Como dice ella misma, lo hice por puro instinto, es saber cómo alumbrar por una misma.
El mes de octubre del 2020, fuí de visita al pueblo de Torrent con el fin de prepararme un articulo para la revista local ‘El LLentistle de Torrent’. Coincidió que pase por enfrente del domicilio de la senyora Adoración y en aquell momento sentí una especial emoción, fué como si el contacto con ella me hubiese dejado un recuerdo permanente y quise hacer una fotografia de la entrada del domicilio donde vivia, pienso que tal vez lo hice como a una nueva acción de reconocimiento de su vida, admirable ahora aún más en nuestros tiempos, especialmente por su naturalidad fisiologica y capacidad de vivir una larga vida.