Your browser (Internet Explorer 7 or lower) is out of date. It has known security flaws and may not display all features of this and other websites. Learn how to update your browser.

X

Una experiencia a l’hospital suís de Genolier

Las vacaciones de verano del año 1973

En 1973 había finalizado el segundo curso de la carrera de enfermería -entonces ayudante técnico sanitario (ATS)- en la Residencia Sanitaria Vall d’Hebron y durante las vacaciones de verano fui a Suiza y me quedé una temporada a trabajar. Los primeros días en el país me ocupé de atender en su domicilio a una señora porque su cuidadora tenía tres días de fiesta. Durante la convivencia en ese espacio de tiempo tuvimos ocasión de llevar a cabo largas conversaciones, todas muy interesantes, porque ella tenía experiencia de vida y había vivido situaciones impresionantes. También había trabajado en la OMS. Al decirle que el lunes siguiente iría al Centro Médical de Genolier porque mediante la información que me entregó la universidad, sabía que necesitaban una ayudante de enfermería. Me comentó que ese centro hospitalario era lo mejor que había en Suiza. “Si puedes trabajar, estarás muy bien”, me aseguró.

Pero la sorpresa fue que el lunes por la mañana ella misma llamó al hospital y pidió hablar con la directora de enfermería. Pude escuchar cómo le informaba de mí y le hacía saber que ese día mismo le iría a ver. Interpreté esa conversación telefónica como una recomendación a la directora.

Tríptico con información del centro (1973)
Tríptico con información del centro (1973)

El hospital estaba a 25 kilómetros de Ginebra y para ir había que tomar un tren de montaña preparado para transportar esquiadores, con un espacio reservado para poner los esquís. La estación donde bajé estaba a tres kilómetros de la clínica y, si no se tenía coche, el camino debía hacerse a pie, de modo que, mientras caminaba, iba haciendo con el dedo la señal de autostop. Al poco se detuvo un coche lujoso, subí y con el equipaje en su regazo le dije al hombre que lo conducía. “Je me tourne hacia el Centro Genolier pour une occupation de aide infirmière.” “Sí, estoy al corriente”, me respondió en francés.

Dorso del tríptico, 1973
Dorso del tríptico, 1973

En el momento de entrar en la recepción algunas personas le saludaron muy apaciblemente: “¡Bonjour, monsieur! Bonjour monsieur Petitmermet!” El señor me acompañó al despacho de la directora de enfermería, entró él solo y me dijo que me esperara. Más adelante supe que el señor Petitmermet era el director de la clínica.

La jefa de enfermería me hizo varias preguntas y le resumí mi currículum profesional de ocho años de experiencia hospitalaria y también le dijo que a primeros de octubre realizaría el tercer curso de enfermería en el Hospital de Bellvitge de Barcelona . Me preguntó cuándo quería empezar y le respondí que al día siguiente, si les iba bien. Telefoneó a una persona que me enseñó todos los departamentos del centro y me presentó algunas personas, diciéndoles que era aide infirmière. También me acompañó a la costurera para que me probara el uniforme.

A continuación fuimos a una habitación que era la que tenía que ocupar durante su estancia en este centro. Estaba en la planta baja del edificio. El cuarto estaba muy bien equipado y disponía de grandes puertas de cristal correderas que daban a un jardín de césped. Pensé que se habían equivocado de habitación, pero no, porque al poco una señora vino a llevarme cuatro uniformes blancos y un distintivo con mi nombre en amarillo, color que indicaba que era ayudante de enfermera. Este recinto estaba pensado para pacientes de cirugía cardíaca.

La unidad de enfermería

A las ocho de la mañana ya estaba en la unidad y me recibió la enfermera madame Sutter, supervisora ​​general del hospital. Iba impecablemente uniformada, tenía un talante de persona distinguida y con dotes de trato personal. Mostró un gesto consistente en situar las manos un tanto alzadas y caídas hacia delante, mientras se acercaba para leer mi nombre en la tarjeta de identificación que llevaba colgada y me dice, alargando las sílabas: “Mademoiselle Masana, je vas voces montrer comment las lits sont faits en técnica suiza.” Vamos a una habitación y hacemos la cama, las sábanas completamente estiradas y las esquineras hechas de una manera que no se deshacen. Un poco sorprendida, me dice en francés: “Señorita Masana, usted ya sabe hacer las camas correctamente.” Le respondí que sí, que tenía práctica.

Las compañeras de trabajo me explicaron que este centro fue construido por una asociación de banqueros y en principio cumplía las funciones de clínica de reposo, para realizar tratamientos antiestrés, cuidados de adelgazamiento y servicio de rehabilitación, pero que actualmente estaba equipado para atender a enfermos de cardiología. Todos los pacientes recibían los servicios profesionales de una dietista y de una psicóloga, que, además, les organizaba actividades de carácter social.

La reina María José (1906-2010)
La reina María José (1906-2010)

Madame Sutter, el segundo día de trabajo, me dijo: “Mademoiselle Masana, pouvez-vous accompagner la reine en un restaurante. Elle est dans la chambre numéro …” Entendí sólo que tenía que subir una señora al restaurante y el número de habitación. Entro en la habitación y le digo: “Bonjour, madame, je suis Rosa Maria, aide de enfermería. Je viens el acompagner al restaurante.” La ayudé a sentarse en una silla de ruedas y ella me pidió que le diera una pequeña manta para taparse las piernas, un libro y una pamela.

El restaurante era magnífico. Había ramos de flores y bandejas con fruta, pero lo más espectacular era una terraza llena de sombrillas desde donde se veían los Alpes con el Montblanc que destacaba. El maître del restaurante vino a recibirnos en la entrada del comedor y dijo que me avisaría cuando quisiera volver.

Madame Sutter me preguntó: “¿Vous avez déjà monté la reine en un restaurante?” Le respondí que sí. Afortunadamente, en la unidad estaba Laura Santamaria, una enfermera catalana, a la que pregunté:

-¿Qué me ha dicho madame Sutter? Use una palabra que no entiendo.

-Que si has acompañado a la reina en el restaurante.

-La reina, ¿dices? ¿Qué reina?

-La reina María José de Italia -respondió.

Por un momento pensé que me estaba haciendo la típica broma de novato. Pero no, era verdad. Se trataba de la reina María José de Italia, hija del rey Alberto I de Bélgica y de Isabel de Baviera. Estaba casada con Humbert II de Italia, de ahí que le llamaran reina de Italia. En el blog Nobleyreal se explica de forma muy detallada la biografía de esta reina.

Según una nota de prensa publicada en el diario El Punt de Girona del día 20-1-201, entre otros aspectos relacionados con la monárquica, decía que Mª Josepa de Saboya, hija de los reyes de Bélgica Albert y Elisabet, había muerto en la edad de 94 años el pasado sábado en Ginebre. Sería enterrada en Francia junto a su esposo Humbert II del que ambos reinaron en España durante 27 días.

La reina María José

Madame Sutter me comenta que la reina le había pedido que quería ser atendida por el ayudante de enfermería española, por lo que me ocupé hasta que al final de mi estancia en el centro. El primer día que tuve contacto con la reina desconocía que tuviera esa condición y me comporté con normalidad, decisión y relativa rapidez al hacerle las tareas a realizar, era mi talante. Posiblemente como la reina tenía un talante bastante activo y siempre estaba ocupada leyendo o escribiendo, debió de valorar que la hubiese atendido con diligencia y con un trato llano. Digo esto porque un día observé cómo un matrimonio le llamaba Sa Magesté y le hacía reverencias. Desconozco con qué agrado ella aceptaba ese trato adulador, pero realmente era cargante. El motivo por el que la reina estaba ingresada allí era para recuperarse de una lesión de rodilla a resultas de un accidente de coche. En la habitación tenía una fotografía del vehículo siniestrado en el que viajaba y, viéndole, parecía imposible que se hubiera podido salvar.

Cada día ayudaba a la reina a tomar un baño de 25 minutos en la bañera, con agua enriquecida con extracto de algas, después le acompañaba al servicio de rehabilitación, también en el restaurante, ya veces le servía las bandejas de la dieta habitación. Algunas veces recibía visitas que se quedaban a cenar con ella. Un día que tenía fiesta me dijeron que le habían ido a visitar el rey Balduino de Bélgica y la reina Fabiola. En otra ocasión, a varios pacientes se les veía entusiasmados y se arreglaban como si tuvieran que asistir a una fiesta. El motivo era que la reina tenía previsto darles una conferencia en el mismo hospital.

Una señora, creo que se llamaba Gautier, quiso imitar a la reina, que escribía las memorias de su estancia en la clínica, adjuntando fotografías. Así, la señora Gautier me preguntó si podía fotografiar a los directivos y trabajadores del centro y lo hice. Posteriormente le di el carrete para revelar. La tarea de hacer de fotógrafa fue una experiencia gratificante porque todo el mundo estaba contento por formar parte de las memorias de la reina o de la esposa de un banquero, como era el caso de la señora Gautier.

Rosa M. Masana en la habitación de la reina de Italia en el Hospital de Genolier en 1973. (Imagen incluida en la memoria de la clínica y obsequio de la reina)
Rosa M. Masana en la habitación de la reina de Italia en el Hospital de Genolier en 1973. (Imagen incluida en la memoria de la clínica y obsequio de la reina)

Las relaciones con otros pacientes

De los pacientes que atendí en el centro, podría decir que de todos tendría material para explicar algo, porque algunos tenían un carácter bastante peculiar. Ninguno era como otros pacientes que había conocido. En esta clínica no se podía decir que los pacientes fueran pasivos, por el contrario, porque eran ellos quienes decidían la mayoría de veces el tipo de asistencia que querían recibir. Se notaba que eran personas acostumbradas a tomar decisiones. Cabe destacar, sin embargo, la buena disposición al agradecimiento cuando se les podía satisfacer sus deseos. El tema de las relaciones entre compañeros de trabajo, excursiones y salidas lúdicas sería otro tema muy bonito de explicar, pero nos alejaríamos del tema central de este relato.

Hechos sincronizados

Es curioso que a mediados de julio me sintiera motivada para escribir una crónica titulada “Comunicación emocional ” referente a una experiencia vivida en Taizé mientras estaba con Maria Lluïsa Garcia-Cascón y otra amiga. Desde entonces, en 1973, sólo nos habíamos visto una vez, cuando ella trabajaba de enfermera en el aeropuerto de Barcelona.

La semana pasada volví a tener necesidad de contar unas vivencias en la clínica Genolier de Suiza ese mismo año. Mientras lo escribía, a menudo me venía al pensamiento Maria Lluïsa, porque fue ella quien me invitó a pasar unos días en su casa, con la suerte de poder trabajar una temporada de ayudante de enfermera.

Pues anoche me llamó Marisa Calsina, una amiga que también había trabajado con Maria Lluïsa, y me dio la impresionante noticia de que Maria Lluïsa había muerto en Cadaqués, en concreto el día 4 de agosto del 2017.

Estoy sorprendida, tengo esa sensación de que dos hechos así estén vinculados. El viernes día 4 de agosto estuve bastante absorbida relatando vivencias muy relacionadas también con Maria Lluïsa y mientras tanto ella vivía las últimas horas de su vida. Y ahora no puedo hacer nada, como tampoco lo he hecho hasta ahora; sólo recordar a María Luisa con gratitud, vitalidad y espiritualidad.

Adjuntamos una retallada del diario El Punto del día 20 de enero del año 2001 que habla de la defunción de la reina María José.

Una breve ampliación

Habitación con la cama de Maria Antonieta, imagen obtenida de Gabriel Fernández (Original de ....
Habitación con la cama de Maria Antonieta, imagen obtenida de Gabriel Fernández (Original de ....

Antes explicaba que la mayoría de pacientes que atendía en el hospital tenían una peculiar personalidad, pero antes no había hecho ningún comentario de un señor hospitalizado que junto con otra compañera le atendemos diariamente, el señor tenía un sentir del humor excepcional y le sucedió un hecho que podía afectar de lleno su imagen y autoestima, pero él al principio supo vivirlo con humor, aunque después se deprimió.

  Mostró estar muy agradecido por nuestra asistencia y nos regaló a cada una una gran botella de perfume y más. El frasco de perfume era tan voluminoso que lo justifica diciéndonos que disponía de una fábrica de perfumes en Biarritz.

Pienso que en buena parte se obsesionó porque cada vez que tenían ocasión de hablar un momento insistía en que tenía que ir a su casa porque dormiría en la cama de Maria Antonieta , que él lo tenía. Ante esta invitación, siempre le daba alguna excusa porque además no me venía bien ir a su casa y ni tampoco dormir en el suyo donde habían dormido las reinas. Claro que en cuanto a Antonieta se podía haber encomendado la belleza, distinción y virtudes, pero quien me aseguraba si también se contagiaba su cruel y despiadado final de su vida.

Esta explicación la he hecho porque en Internet he visto una crónica hecha por Gabriel Fernández donde hace una descripción de la habitación de Maria Antonieta en el Palacio de Versalles de Francia, comenta que durante el siglo XVIII esta habitación fue modificada y algunos de los muebles se habían deteriorado pero con todo guardaban la estética de las tres reinas que habían ocupado ese recinto de dormitorio. Actualmente desconozco el estado con que se encuentra este palacio pero es posible que la cama de Antonieta hubiera pasado a manos de algunos particulares.

  Fernández en su texto adjunta la imagen de la habitación con la cama de Antonieta y cuando lo vi no me dejó indiferente, todo quizás porque había oído hablar tanto por el perfumista de Biarritz y que nunca me había hecho ninguna idea de cómo podía ser, ahora algo más sí. Nada, la vida a veces te pone cosas delante que parecen siendo frito de sincronizaciones.

El Punt, año 2001. Fallecimiento de la reina de Italia
El Punt, año 2001. Fallecimiento de la reina de Italia

La botiga de ceràmica Els Americans de la Bisbal

Dins d’un arxivador he trobat apunts i fotografies de l’any 1993 relatius a la botiga de ceràmica Els Americans, de la Bisbal. Possiblement guardava aquestes notes de quan recollia informació sobre xemeneies industrials i forns de ceràmica, tant dels de flama invertida com els moruns, i sabia que a la botiga Els Americans en guardaven un de morú. Actualment a la vila se’n conserven dos d’aquest estil.

M’havia posat en contacte amb la senyora Conxita Puig Gili perquè em proporcionés informació sobre una xemeneia industrial que em mancava per completar un article que més endavant vaig publicar a la revista El Drac l’any 2000, que s’editava en format paper. L’extensa conversa ens va portar també a parlar de l’origen del edifici d’Els Americans. En aquell moment la senyora Conxita tenia 83 anys i vivia al carrer de l’Aigüeta número 114.

Conxita Puig i Rosa M. Masana a la botiga Els Americans, el 1993 (Carmen Cabo)
Conxita Puig i Rosa M. Masana a la botiga Els Americans, el 1993 (Carmen Cabo)

La senyora Conxita ens va explicar que Joan Martí Oliveras era bisbalenc i terrissaire d’ofici i de jove va ser cridat per anar a fer el servei militar a Cuba, quan encara era una colònia espanyola. Durant la seva estada a l’illa en Joan va conèixer Caritat Socias Fernández, natural de Santiago de Cuba, i es van casar. El matrimoni va tenir dotze fills i tots els van viure, excepte una bessonada que, segons la Conxita, van morir a causa d’un empatx de pasta de bunyols. A Cuba el matrimoni explotava terres de cultiu de canya de sucre, però quan es va declarar la rebel·lió cubana van decidir tornar a la península. Una vegada a la Bisbal, en Joan va voler continuar el negoci de la terrissa i també van voler fer-se una casa per instal·lar-se còmodament, motiu pel qual van encarregar la construcció de l’edifici d’Els Americans al carrer de l’Aigüeta, seguint l’estil arquitectònic colonial, a l’arquitecte Martí Sureda, que també va ser el dissenyador de les Voltes de la Bisbal (2). El nou negoci el van inaugurar l’any 1868 i a la façana de l’edifici hi van col·locar-hi un rètol que deia: “Nuevo Mundo”. A l’interior de la botiga encara hi podem observar el forn morú i abans també hi tenien dues escultures realitzades per l’escultor José Riade l’any 1894, una de les quals era d’en Joan i l’altra, de la Caritat.

Conxita va comentar-nos que en aquell moment el negoci el regentava la família i que estaven interessats a escriure la història familiar. L’autor Pere Lloberas també va parlar d’aquest i d’altres edificis d’estil colonial de la Bisbal.[i]

El forn morú dels Americans format per dues imatges afegides (Rosa M. Masana).
El forn morú dels Americans format per dues imatges afegides (Rosa M. Masana).

Escultura de Joan Martí (Rosa M. Masana).

[i] Lloberas, Pere. Cròniques de la meva ciutat. Ajuntament i Arxiu Comarcal de la Bisbal d’Empordà, 1987, p. 109-111.

Control d’infermeria, gent o persones

Dies enrere conversava amb un amic que feia poc l’havien operat i estava en procés de recuperació.  Em va parlar de l’hospital i de les infermeres i em va dir que elles tenien molta feina, també en les tasques informàtiques.

─El que no considero adequat ─em va dir─ és que allà on hi ha les infermeres se’n digui control d’infermeria. La paraula control em fa una mica d’angúnia.

Control d'infermeria
Control d'infermeria

─I més a tu, que ets una persona independent acostumada a fer i a desfer, t’entenc ─li respondre, mig somrient.

─Un dia em vaig sentir incòmode perquè el metge m’havia dit que caminés cada dia una estona pel passadís, i ho vaig fer, però una infermera em va veure caminar i em va cridar l’atenció, perquè va dir que no podia passejar  sense l’ajut dels  caminadors. Es veu que està prohibit fer-ho ─va prosseguir.

─Potser era perquè feia poc que t’havien operat. A més, havies de passar cada vegada per davant  del  control d’infermeria ─li vaig replicar.

─Sí, és clar que hi havia de passar; és al mig del passadís.

─Saps què no acabo de trobar bé, jo?

 ─Què?

─Que a als geriàtrics se’ls anomeni  “residències de gent gran”. Considero que se n’hauria de dir “residències de persones grans”. Gent em suggereix una multitud anònima de persones, al contrari que persona, que és singular; cada un de nosaltres tenim les pròpies idiosincràsies, experiència vital, formació i sensibilitat. La persona no pot ser  quelcom d’estandarditzat; la persona és única i se l’ha de tractar com a tal i amb tot el respecte i consideració. Però si dius gent, és una altre cosa.

Gen gran
Gen gran

─Saps que no hi havia pensat? Ara que ho dius, tens raó.

Persones grans
Persones grans

─Penso que fent un canvi de denominació de totes les institucions i explicant el perquè millorarien la filosofia de les atencions que presten a les nostres persones grans, que han posat el seu granet de sorra per ser aquí on som. Tot que l’ideal seria que no hi haguessin d’anar.

─Ho hauries de proposar.

─Potser sí que ho faré.

Un viatge amb el pare a França i el record de la Angelina

 

 Els meus avis Marià Masana Fontanet, nascut el 1856, i Àngela Torrell Turull van tenir sis fills: Teresa, Josefina, Joan, Antonia, Jaume i Isidre. En Joan, el meu pare, es va casar amb Anna Ribas i també van tenir sis fills, jo vaig ser la darrera a néixer. El tiet Jaume es va casar amb Secundina Mars i van tenir dues filles, l’Angelina i l’Elena, que esmentaré en aquestes pàgines.

Després d’acabada la Guerra Civil Espanyola, l’any 1939, el tiet Jaume i la seva família van exiliar-se a França i després d’haver hagut de viure força vicissituds van poder-se obrir pas en la vida, formar noves famílies i viure amb un nivell alt de comoditat.

Sempre he recordat el dia que van venir a Terrassa l’Elena i en Jacques Poitu per conèixer la família. Jo tenia uns sis anys i l’arribada va ser espectacular pel tipus de cotxe que portaven. L’Elena era molt guapa i anava perfectament vestida, lluïa una bossa de mà i unes sabates de taló de conjunt amb el vestit. Desprenia una flaire molt agradable, res a veure amb les usuals Maderas de Oriente.

Semblaven una parella de les pel·lícules de Hollywood que projectaven al cinema Doré, situat a cent metres de casa i del qual la família n’eren assidus, menys el pare, que preferia, deia, anar al Sevilla, a veure cuixa.

La mort d’en Marià

L’any 1960 el nostre germà Marià, amb només 33 anys, va perdre la vida a causa d’un accident de moto. Va ser una gran desgràcia per tots nosaltres i per als amics i família que el coneixien i van venir a casa a donar-nos el condol. El nostre cosí Josep Codina va dir-nos: “Hauríem de donar la notícia al tiet Jaume de França. Us en donaré l’adreça.” Ningú de casa la tenia, de manera que jo també la vaig voler copiar i l’endemà mateix li vam enviar una carta.”

Proposo al pare anar a França

Havien passat quatre anys d’aquell tràngol i jo havia complert els 19 anys, per la qual cosa vaig proposar al pare anar a veure el seu germà a França. El pare havia nascut l’any 1897 i tot la seva edat em va preguntar: “Rosa, tu sabries com anar a casa d’en Jaume?” Decidida, li vaig respondre que sí, perquè feia poc m’havia comprat un atles universal de geografia on havia localitzat el poble del tiet prop d’Orleans. “D’acord. Si ho tens tan clar, anem-hi”, va respondre.

Després d’obtenir els passaports, un dia a mitja tarda agafem el tren dels catalans per anar a l’estació de França de Barcelona i allà vam adquirir un bitllet fins a Orleans. La mare ens havia preparat entrepans i el pare havia omplert la bota de vi que portava penjada a l’espatlla.

Aquell viatge nocturn a un lloc desconegut era una aventura. El pare en un moment de dubte va comentar: “N’estàs segura, Rosa, que anem bé?” Li vaig dir que sí, però no les tenia totes. Però sortosament vam arribar a Portbou i vam fer el canvi de tren reglamentari. El comboi francès era més còmode i deien que la distància entre rails era més gran.

Estació de Portbou amb  un tren modern (Imatge de Viquipèdia)
Estació de Portbou amb un tren modern (Imatge de Viquipèdia)

El viatge va ser feixuc. Tota la nit asseguts i pendents de llegint el nom de les estacions per no passar-nos de llarg, fins que vam veure un rètol que deia Orleans, i a correcuita vam baixar del tren.

Amb taxi a casa del tiet Jaume

Desconeixia que els mapes tenen una escala que indica la distància existent entre poblacions, sense pensar que un mil·límetre pot equivaler a diversos quilometres. Per tant a Orleans agafem un taxi i amb l’adreça en mà, el taxista emprèn viatge. Després de recórrer uns cent quilòmetres s’atura davant d’una casa amb hort. Paguem el servei i ens quedem sense un ral. Ni fet exprés: només teníem disponibles els diners per al bitllet de tornada.

El tiet Jaume en veure un taxi parat va sortir de casa seva, i quan els dos germans es trobaren de cara, es van abraçar i diria que l’abraçada va durar cinc minuts. Potser volien recuperar les que s’haurien fet en 25 anys.

Joan esquerra Jaume dreta
Joan esquerra Jaume dreta

El pare i el tiet Jaume van conversar llargament, tot que el pare em va dir que no entenia moltes paraules del seu germà perquè algunes eren afrancesades. La tia Secundina i jo vàrem comunicar-nos força bé, i intuïa que gaudia de la nostra presència i de com valoraven el lloc on vivien, ple d’arbres fruiters i d’aquell cobert ple de pots de fruita confitada, préssecs, albercocs, cireres, figues, pomes, peres, fins i tot un aparell per esterilitzar els productes.

La meva tia em mirava amb goig quan menjava amb tant de gust el xantillí barrejat amb fruites confitades. A més, em deixava escollir les que volgués. Descobrir el xantillí va ser emocionant, res a veure amb la nata.

La comunió d’en Pascal, el fill de l’Elena

Va coincidir que el diumenge d’aquella setmana feia la primera comunió en Pascal, el fill de l’Elena i en Jacques, nets dels tiets que vivien a Le Havre. Uns veïns del poble molt amics de la parella anaven a la celebració. Em van proposar que anés amb ells, perquè els avis no hi anaven i el pare es podia quedar amb ells.

Pascal i la Elena ( Imatge Rosa M. Masana)
Pascal i la Elena ( Imatge Rosa M. Masana)

Amb cotxe vàrem travessar gran part de l’anomenat “granier de la France”. Era sorprenen observar les grans extensions de terreny cultivat de cereals. En arribar a Le Havre vaig tenir ocasió de conèixer diversos membres de la família, com també la meva cosina Angelina, en Roger i el seu fill Patrice. El banquet el van fer a la bonica vila marítima d’Honfleur i el restaurant era excel·lent. Allà per primera vegada vaig menjar ànec amb taronges.

Pascal de comunió, Roger, Elena i Angelina a Honfleur
Pascal de comunió, Roger, Elena i Angelina a Honfleur

L’Angelina va proposar-me que em quedés un parell de dies a casa seva a París. Era una persona encantadora, simpàtica, alegre i esplèndida, tenia un caràcter semblant al del seu cosí Marià, el meu germà. Per a ells els diners tenien el valor del moment, del que et permeten fer.

La Tour Eiffel

L’Angelina coneixia el meu interès per anar a veure la Tour Eiffel i em va dir: “Demà anirem a veure-la.” Vam anar-hi amb el seu cotxe automàtic, sense marxes, i vam poder aparcar bastant a prop de la torre.

Impressionava veure des de baix aquella estructura metàl·lica tan alta. L’Angelina em va dir: “Som-hi, que pujarem a dalt!” Semblava que no pogués ser que estiguéssim ascendint amb un ascensor entremig d’aquell entramat de ferro que abans només havia vist en postals. La vista des de dalt era fantàstica, es podia observar tot Paris i tenia la sensació que s’estava complint un dels meus somnis.

L’Angelina entra al restaurant i diu: “Nous avons réservé une table au nom de Parisel”. No em podia creure que dinaríem en un restaurant situat en aquell lloc impensable. De sorpresa en sorpresa, no recordo el menú que vam fer, però tot era exquisit. L’Angelina va demanar les postres i quan ens les van portar no podia creure el que veia. Era un bol de color plata ple de xantillí i un altre ple fins dalt de maduixetes de bosc que desprenien una flaire deliciosa. Davant d’aquell espectacle vaig quedar-me immòbil, no tocava res, em costava assimilar que tingués al davant aquella inusual exquisidesa.

Angelina a dalt la Tour Eiffel (Imatge Rosa M. Masana)
Angelina a dalt la Tour Eiffel (Imatge Rosa M. Masana)

Ella em mirava amb un somrís a la cara, qui sap si havia parlat amb la tia Secundina i coneixia els meus gustos. També podia haver succeït que el maitre del restaurant tingués una deferència amb l’Angelina i es volgués lluir amb les postres, perquè l’Angelina tenia un restaurant a París. Em vaig servir amb prudència, però ella, que degustava uns altres postres, va dir-me: “Rosa, vous pouvez servir celui que vous voulez, il est tout pour vous.

La Angelina (Imatge Rosa M. Masana)
La Angelina (Imatge Rosa M. Masana)

Merci beaucoup, Angelina. És curiós que ara mentre escric aquesta història m’emociono i revisc una sensació de calidesa humana, de bellesa experimentada amb els cinc sentits, que avui, dia 3 d’agost, agafa força, diria que s’ha ampliat envers una emoció evocadora de valors humans. Soc conscient que sempre he guardat amb gratitud el record de l’Angelina dins una parcel·la del meu cor.

Aspectes de casa la Angelina
Aspectes de casa la Angelina
Rosa a la Tour Eifiel -París-
Rosa a la Tour Eifiel -París-
En Roger i la Rosa M. a casa la Angelina a París
En Roger i la Rosa M. a casa la Angelina a París

En record del poeta Ramon Noguer Fàbrega (1920-2004)

 Fa pocs dies vaig obrir una capsa de sabates que guardava, plena de composicions del poeta Ramon Noguer, de l’època que exercia d’infermera a la vila de les Planes d’Hostoles (Garrotxa), l’any 1987 i d’un temps més endavant. Transcorreguts trenta anys, he descobert una faceta del meu tarannà de la qual no era conscient, i tot perquè una altra persona ho va escriure, és clar que sempre amb ulls de poeta  que emfatitzen la bellesa de tot. He pogut descobrir una part de mi mateixa que no se m’hauria revelat mirant un àlbum de fotografies. Un sentiment de gratitud envers Ramon Noguer m’ha motivat a explicar quelcom d’ell; és com si volgués retre-li un petit homenatge simplement recordant-lo i parlant de la seva persona.

Imatge publicada a la revista Nyer núm. 11.
Imatge publicada a la revista Nyer núm. 11.

Pinzellada biogràfica

Per explicar quelcom d’en Ramon he consultat el butlletí municipal Nyer número 11, de l’any 2014, on consta una crònica, i també la monografia Les Planes d’Hostoles (Quaderns de la Revista de Girona, 18). L’autor va publicar un llibre titulat Records de jovenesa: poemes de  Ramon Noguer Fàbrega (les Planes d’Hostoles: Ajuntament, 2003).

Ramon va néixer a les Planes d’Hostoles el 27 de gener de 1920, i segons s’explica l’afecció per la poesia li ve de molt jove, tot que va ser a partir dels 18 anys que es dedicà més plenament a escriure.

Durant la Guerra Civil espanyola, que es prolongà de l’any 1936 al 1939, el mes de maig de l’any 1938 les forces republicanes van mobilitzar joves que anomenarien de la lleva del biberó –només tenien divuit anys– per anar a la guerra, entre els quals hi havia en Ramon.

Va haver de lluitar als fronts de l’Ebre, Tortosa i Balaguer, fins que en acabar la guerra el van fer presoner i va ser reclòs en un camp de concentració, en un de disciplinari en i un altre de treball. Posteriorment va haver de fer el servei militar, de manera que es va passar set anys a l’exèrcit.

A l’esmentat butlletí Nyer hi consten publicades tres poesies titulades:  Adeu-siau, escrita abans de marxar al front, La meva cabana, que explica on es refugiava per esquivar els projectils, i Presoner, en què reconeixia que s’havia pogut salvar i abrigava l’esperança de tornar a casa. El seu somni es va complir i  va poder arribar viu a les Planes d’Hostoles, on va formar una família. Durant les hores lliures de la feina va poder continuar escrivint poemes, ocupar-se de l’hort i dur a terme diverses tasques socials.

Obra i premis

Té obra en prosa i poètica escrita en català i en castellà, amb un total de 28.199 poemes. També ha escrit alguns himnes, sardanes i poemes que els padrins de noces li encarregaven per llegir-los a la núvia en el moment de lliurar-li el ram.

Francesc Masana, padrí de noces, anys seixanta ( Colecció Masana)
Francesc Masana, padrí de noces, anys seixanta ( Colecció Masana)

Tots els seus poemes els guardava escrits a mà dins de llibretes folrades en què, una vegada completades, indexava les composicions, tasca que li facilitava la recuperació del text cercat. També assignava un número a cada una de les persones destinatàries dels versos. De les poesies, en especial les que eren per regalar, en feia dues còpies: una per a ell i l’altra per a la persona interessada. Solia comentar que, per inspirar-se, abans d’escriure un vers havia de conèixer la persona a qui anava dedicat el poema.

Noguer també va publicar versos en diferents revistes i en programes de festa major, i per algunes de les seves obres ha rebut premis en viles com Mataró, Figueres, Banyoles i Olot.

L’experiència terrassenca

Sovint succeeix que quan en un lloc t’hi has sentit ben acollit ho acabes recordant tota la vida i això es reviu quan un dia et trobes algú d’aquella població. És possible que això li succeís a Ramon, perquè m’havia explicat que tenia molt bon record de Terrassa i que estava content de conèixer una terrassenca. No recordava que l’hagués llegit abans, però ara he trobat entre els sis quaderns de poesia oferts per en Ramon, una prosa titulada Record, que parla del dia que va passar per Terrassa tornant de la seva reclusió en un camp de presoners de Miranda de Ebro. El text forma part del quadern titulat Pinzellades poètiques i he considerat adient adjuntar-lo a aquesta ressenya.

Record

L’any mil nou cents quaranta-dos, exactament el mes de maig, que el sol encara no t’havia brindat cap bes amb el seu raig, veníem de Miranda d’Ebre d’un camp de concentració i vam parar a Terrassa davant mateix l’estació.

La gent que per allà rondava recordo que es va franquejar amb aquell tren de presoners, que com et pots imaginar jo també hi era. Va causar-me un grat estímul i conhort el veure gent que es compadia de la nostra tràgica dissort.

Fèiem camí cap a Mallorca un Batalló Disciplinari. Ja que trobaríem a Terrassa aquell caliu hospitalari, a tu que ets un terrassenca avui em plau manifestar agraïment per l’acollida que els teus paisans ens van brindar.

Les obres bones sempre queden perquè en el fons de l’esperit queden records immarcescibles que mai s’enfonsen en l’oblit.

És curiós, Rosa Maria, que avui jo pugui fer-te esment d’un episodi del passat del qual no en tens coneixement, perquè llavors tu no existies però que en part també t’ateny perquè és un ver i franc elogi al teu país, al teu terreny.

D’aquell passat només enyoro la meva edat tan juvenil que tristament va diluir-se enmig d’un marc amarg i hostil.

Les Planes d’Hostoles, 24 d’agost de 1987. Ramon Noguer Fàbrega

Quaderns lliurats per Ramon  Noguer a Rosa M. Masana
Quaderns lliurats per Ramon Noguer a Rosa M. Masana